Sin muros de colores

Formar a un ser humano que sienta y exprese respeto por la individualidad implica que desde sus primeros pasos se le involucre en el respeto por la diversidad, y que comprenda que más allá de las diferencias de cualquier índole, subyace la igualdad entre todos los seres humanos.

El juego es el mejor vehículo para formar a los niños. El juego es el trabajo de los infantes. A través del mismo van conformando la idea del mundo donde habrán de interactuar con los demás seres vivos. Es en ese espacio físico-imaginario-emocional donde van dando forma a su personalidad, a partir de la información que les suministra su medio ambiente.

Los conceptos de “lo femenino” y “lo masculino” lo aprenden con la separación del espacio del niño y de la niña, marcando una frontera donde habrán de “autodefinirse” a partir de los elementos con los que se le permita jugar: los niños pertenecen al “mundo azul” y las niñas al “mundo rosa”.

Logrando desaparecer este muro en los roles que representarán los infantes en sus actividades lúdicas, formaremos seres humanos que puedan vivenciar y disfrutar sus potencialidades en diferentes ámbitos. Más allá del color y la forma de sus juguetes, las niñas podrán descubrir que pueden ser grandes constructoras, pilotear aviones, conducir inmensos camiones, ser científicas, etc. Los niños por su parte, disfrutarán tanto de trepar árboles como de diseñar vestuarios para muñecos, inventar recetas en su cocina, entre otras cosas.

En un futuro, estos niños y niñas podrán desempeñarse en lleno en cualquier actividad productiva o social que les satisfaga, sin temor a perder su definición personal por dedicarse a una u otra tarea. Lo externo no decidirá su interior. Serán seres autónomos e independientes. Avanzarán al unísono para convivir en una sociedad más igualitaria, donde las oportunidades no les sean dadas o negadas por su condición “femenina” o “masculina”, sino por las habilidades y potencialidades que desarrollen en su área de interés.

LA JUBILACION

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Aunque la palabra jubilación proviene del latín “jubilare” que significa gritar de alegría, para muchos se convierte en un grito de desesperanza y tristeza. Este acto administrativo por el que un trabajador en activo, ya sea por cuenta propia o ajena, pasa a una situación pasiva o de inactividad laboral, luego de alcanzar una determinada edad máxima legal para trabajar, viene acompañado de una pesada carga emocional.

Para afrontar esta nueva etapa es importante incluirla en nuestro proyecto de vida. La preparación para el retiro no debe circunscribirse a un plan de actividades a realizarse luego del cese de las funciones cotidianas de trabajo, pues resulta fundamental la planificación desde el punto de psicológico, ya que “las expectativas que posea un trabajador acerca del nuevo estadío en el que se va a situar (jubilación) incluye mucho en el ajuste correspondiente a dicho estadío. Si las expectativas son positivas y están planificadas se obtendrá un adecuado ajuste y satisfacción en la jubilación”.[1]

Para que la vida tenga propósito, dirección y sentido, se requiere que el individuo defina un plan de acción que tienda a conseguir ciertos objetivos convenientes para él y aceptables para el grupo social del cual es miembro. Este plan deber ser de tal naturaleza que absorba el interés y la atención de la persona. La vida saludable ineludiblemente exige actividades que repercutan en sentimientos de satisfacción. La pasividad estanca y deteriora. Los propósitos que lleven a la persona a concentrarse en la tarea de realizarlos tienden a impedir su desintegración, evitando que surjan preocupaciones enfermizas.

La vida activa en la vejez será posible siempre y cuando la persona haya planeado su retiro desde el punto de vista financiero, a fin de que no le sorprendan las estrecheces económicas. Condición esencial además es que se disfrute de una razonable salud física y mental.

El afrontamiento del retiro está determinado por las diferencias individuales: hay personas que se retiran a la vida descansada, sin albergar propósitos ni perspectivas adicionales, a disfrutar tranquila y sosegadamente de los años postreros de la vida, sin que les perturben ansiedades y zozobras. Pero también hay personas que habiendo forjado grandes ilusiones, se dan cuenta que al entrar el retiro, no existe aquello de lo que habían soñado. Es hondo el abismo entre la ilusión y la realidad. También hay otros individuos que, al entrar a los años de la jubilación, encuentran que tienen por delante muchas otras cosas que hacer, en las cuales ellos no habían pensado.

Aunque parezca muy apetecible la situación de los jubilados, el retiro es una ruptura con diferentes órdenes de la vida, entre las que señalamos:

  • En la vida afectiva. El retiro hace pasar al hombre del estadio de la vida profesional durante el cual el trabajo se concibe y se exalta como la virtud cardinal, al estadio del descanso obligatorio libremente consentido o impuesto. Ello produce una perturbación del equilibrio mental y fisiológico.
  • En la organización de la jornada. Repentinamente, los horarios de trabajo, de descanso, de sueño, entre otros, que había llegado a un alto grado de automatismo después de años de vida idénticos a sí mismos, resultan inadaptados, no corresponden ya a la situación objetiva; de donde una perturbación del equilibrio físico y fisiológico con repercusión sobre la salud y sobre el carácter.
  • En las condiciones de la vida social. Se produce a la vez una ruptura de las relaciones profesionales (no se ve ya a los compañeros de empresa o fábrica), un cambio en la naturaleza de ciertas relaciones (ya no se puede hablar del trabajo) y una modificación en las relaciones hogareñas con el cónyuge (se pasa de doce a quince horas de vida en común, a veinticuatro; de donde se desencadena una perturbación en los equilibrios afectivos. En Japón esta situación ha sido denominada como síndrome del marido jubilado).
  • En las condiciones de vida financiera. La pérdida de una parte de los recursos tiene por efecto la perturbación del equilibrio general del presupuesto y sus repercusiones psicológicas y fisiológicas.
  • En la vida cultural y el ocio. El retirado va a pasar de una situación, con poco tiempo que dedicar a las distracciones, a una situación con mucho más tiempo libre, produciéndose una nueva perturbación del equilibrio del individuo.

Cara a cara con los jubilados

Podemos describirlo como un “destape del alma” los testimonios expresados por los jubilados con los cuales conversamos acerca de lo que ha significado y conllevado el hecho de encontrarse en retiro. Resaltaron los sentimientos de inutilidad y de pérdidas, aburrimiento, sensación de vacío, no saber qué hacer con el tiempo libre, o tener más tiempo del necesario para realizar actividades deseadas, desajuste económico, emocional, afectivo y social.

Nos confiesa Beatriz, 72 años, pensionada del Estado: «Es muy triste trabajar, trabajar y trabajar y al final del camino no tener ni con que mantenerse a uno mismo. Viéndose obligado a acudir a la solidaridad de la familia, la generosidad de los hijos o a las migajas del Estado”.

Para Roberto, de 67 años, la jubilación representaba un tiempo para disfrutar, sin horarios que cumplir, sin jefes a los cuales responder, sin tránsito congestionado y un largo etc.; en fin, el paraíso esperado. Mas la realidad encontrada fue otra. Menos dinero, demasiado tiempo sin saber qué hacer y sus amigos con quien compartir.

Claudia por su parte ha buscado refugio en la iglesia: “he hecho muchos cursos en mi parroquia, incluso salgo a evangelizar cuando mis rodillas me lo permiten”. Ha aumentado más de 30 libras de peso luego de ser pensionada hace más de 8 años, pues “cuando no estoy en la iglesia, me la paso sentada aquí viendo televisión y escuchando mi política que me gusta”.

Las actividades de Joaquín, de 75 años, son más abundantes pues participa activamente en el club de la institución donde trabajó 47 años. “A los más maduritos nos han tomado en cuenta y siempre nos preparan viajes para el interior del país, caminatas, charlas, competencias… nos mantienen ocupados para que no pensemos en las canitas”.

Planifica tu proyecto de vida

La vida es un trayecto, no un punto, no se detiene cuando cesan las labores. Incluye la planificación de las nuevas actividades: en el hogar, en otras actividades lúdicas, en acciones profesionales independientes, entre otras.

Jubilarse y envejecer no justifica que nos retiremos de la vida social sino que por el contrario, implica una forma diferente de participación, indispensable para nuestro propio crecimiento, el de nuestros hijos y el de nuestros nietos.

Al hacernos viejos solemos sucumbir en la ansiedad y depresión porque son etiquetas que forman parte de esta generación. La jubilación es un evento que resulta realmente estresante, muy especialmente para aquellos para los que el retiro tiene implicaciones negativas.

No se debe olvidar que no hay cambios ni mejoras si nadie se implica. De todos depende la transformación de la imagen del envejecimiento. Lo primero es intentar comprender las necesidades de los mayores, sus miedos, significaciones, vivencias, percepciones, etc., siempre desde el respeto a unos valores que pueden ser diferentes a los nuestros. Lo segundo se basa en mejorar su atención porque si se aprende a cuidar a los mayores se aprende a cuidar de nosotros mismos. Es muy importante crear una estructura orientadora para concienciar a los prejubilados con el fin de que se garanticen la adaptación psicológica y social a una jubilación satisfactoria.

[1] Madrid García, Antonio José, Garcés de los Fayos Ruiz, Enrique. La preparación para la jubilación: Revision de los factores psicologicos y sociales que inciden en un mejor ajuste emocional al final del desempeño laboral.

Perfil Psicosocial de Personas Creativas en República Dominicana

creatividad 1La creatividad está vinculada a todos los aspectos de la vida psicológica y social, cuyo abordaje requiere un tratamiento interdisciplinario. Es el tema central de investigación de científicos, psicólogos, educadores, filósofos, etc., ya que representa el factor competitivo más determinante y sustentador de los grandes cambios que experimenta la sociedad del siglo XXI.

Creatividad significa crear; implica dar vida o sentido a algo nuevo, construir, hacer crecer (en latín crescere), desarrollar, aportar un sentido diferente en la solución de problemas, orientado a satisfacer los requerimientos de la sociedad en términos constructivos. La creatividad no es sólo un proceso personal de satisfacción de necesidades, sino tiene una dimensión social, pues es en el contexto externo donde ha de tener repercusión el resultado del proceso creativo: el producto creado.

Gracias a su papel preponderante en el desarrollo de la humanidad, la creatividad ha sido objeto de innumerables investigaciones durante el último medio siglo, las cuales le han atribuido un carácter plural: múltiples significados y diferentes aristas de estudio (desde la persona, el proceso, el producto y el entorno).

Esta diversidad hace inviable ofrecer un significado único de este término, sin embargo nos atrevemos a plantear que la creatividad es un elemento integral del ser humano que lo capacita para observar, analizar y transformar los elementos que le rodean en soluciones innovadoras a problemáticas reales, cuya expresión le permite completarse en sus realizaciones.

Este ser humano que sustantiva la acción de crear es tan diverso que también resulta casi imposible establecer un perfil único de personalidad, búsqueda a la que se han dedicado diversos autores y motivación primordial de nuestra investigación.

En un estudio de caso que realizáramos en el año 2010 a seis dominicanos, cuyos realizaciones los colocan en el estandarte de «creativos», concluimos que los mismos comparten una serie rasgos que los caracterizan, entre los que se encuentran: alta inteligencia, pensamiento abstracto, habilidad académica, ansiedad baja. En menores proporciones los podemos definir como: reservados, sobrios, prudentes, taciturnos, escrupulosos, perseverantes, sensatos, sujetos a normas, confiables, adaptables, no afectados por los celos o envidia, de trato fácil, imaginativos, centrados en sus necesidades íntimas, francos, naturales, sencillos, sentimentales, aprensivos, preocupados, depresivos, conservadores, autosuficientes, prefieren sus propias decisiones, están llenos de recursos: temperamentalmente independientes,

Aunque en frecuencia más bajas, se encuentran también los siguientes rasgos profundos de la personalidad: tendencia a padecer de ansiedades, (neurosis), hacia pensamientos poco comunes (psicosis), poseen gran imaginación, les gusta probar lo nuevo (creativos), tienen bajo liderazgo.

Otro elemento distintivo es la buena imagen que tienen de sí mismos (autoconcepto positivo), así como la alta sensibilidad perceptiva que poseen, es decir, la capacidad de captar detalles que resultan imperceptibles para los demás.

Gracias a esta última característica, el creativo tiene la aptitud de cuestionar su entorno, ver los problemas reales y plantear la adecuadas soluciones; de este modo, entra en juego el factor utilidad en su trabajo. Tiene en su interior el impulso continuo de cambiar las cosas por otras mejores, aun cuando sus realizaciones no alcancen fama o remuneración en términos tangibles, materiales, pues su principal motivación reside en el desafío y la satisfacción personal que se derivan de sus realizaciones.